
En los timbres debería haber pantallitas de estas, pero con lo que pasa en el interior, para echar un vistazo de si te interesa la fiesta o no. Tendría que ser justo al contrario: no se trata de una pantalla que te deje adivinar quien pretende entrar a tu casa, consiste en que tú decidas si quieres entrar en lo que hay dentro.
Entonces, la luce per la notte, con esos colores tan sugerentes, no se ceñiría a un aburrido timbre rectangular (meeeeeeg!!!) sino que me podrían mostrar cómo se emborrachan los vecinos americanos con sus botellas de vino francés, sus canciones a volumen máximo del Rey, y su "love me tender", aunque la acción llegue por fín justo tres minutos antes de que el tinininini, tininini de mi móvil-despertador haga su estelar aparición, yo también respire gusto. ¡Por fín podía dormir! Toda la culpa la tiene el móvil, bueno, y que necesitamos urgentemente la tecnología de la que se hablaba anteriormente, la de la iluminación nocturna.
Claro, todo sería más fácil. Incluso, hasta más rápido. Mi sueño plácido y profundo, mostrado a través de mi timbre-luce-nocturni, provocaría en todo mi vecindario un ataque de somnolencia generalizado;ls perros no querrían ya salir por la noche a dejar regalos blandos entre las piedras de mi calle; el trompetista negro tocaría una nana desde mi ático; la chica americana dejaría de gritar en su idioma incomprensible y todos caerían en el sorprendente sopor de estrellas y lunas azules de mi pijama amarillo. ¡Qué delicia! ¡¡¡Mañana mismo llamo a Irene para pedirle la dirección de la patente de esos interruptores maravillosos!!!