jueves, 20 de julio de 2006

La música se come los cuerpos


Ahí llega, chaquetilla negra con cuello Mao, camisa negra, más bien bajito, más bien joven, más bien insípido. Pelo rubio ceniza, uno de esos tonos sin vida, sin carácter, ojos vivos pero no especialmente bonitos, piel pálida, sonrisa tímida. Un aire de incomodidad rodeándole mientras aplaudimos, aún algo reservados, aún sin saber si lo merece, aún incrédulos, cómo podrá alguien tan pequeño, tan anónimo merecerlo.
Sin embargo menos de una hora después todo habrá cambiado, una hora después habremos visto sus manos volar sobre las teclas, habremos visto sus pies pisando los pedales en lo que parecen secuencias aleatorias, habremos oído su respiración alterada. En el tiempo comprendido entre un aplauso y el siguiente, ciertamente distintos, habremos sido testigos de una transformación casi alquímica y sin embargo reversible. Su cara sufrirá terribles convulsiones, con la mirada perdida en algún punto entre el frente del piano y el infinito el joven insulso sudará y resoplará, nos llevará casi de la mano a través de cadencias, acordes y ritmos inesperados. Todo en una especie de lucha de alguna forma armoniosa que le consumirá la energía vital, que le comerá por dentro, porque es la única manera conocida hasta el momento de producir esos sonidos, de despertar esas sensaciones: ofrecer el propio cuerpo en sacrificio a la diosa Música.
Cielos, qué Chopin.

lunes, 10 de julio de 2006

¡tienes correo!

Antes que nada, que la foto no es mía (en serio, mi satélite no tiene cámara de fotos), es propiedad de la Agencia Espacial Europea, yo no sé si con eso será suficiente o nos estaremos metiendo en un lío, pero era tan bonita y hace tanto tiempo que no publicamos nada, que no me he podido resistir...Es Australia, y parece que más concretamente la zona donde rodaron Cocodrilo Dundee I y II, que por lo visto le da más caché a la imagen (?).
Había estado estos días pensando en contar algo de lo que me hace pensar el fútbol, la soledad de los porteros y los orgasmos masivos, pero en estas estaba cuando recibí una postal deliciosa desde Barcelona, con su aventurilla, su besillo, su chiste y su firma, y se me han pasado las ganas de escribir sesudeces y hacerme la poetisa trasnochada. ¡¡Quiero bajar a la playa!! Quiero enseñar las mollillas que he acumulado con tanto amor todo el invierno, quiero que se me ponga la piel suave por el aire del mar y los pelos estropajosos por mucho pantén que use y tomar leche rizada porque con el granizado de limón se me hacen pollos en la garganta... Bueno, todo llegará, sólo tengo que conseguir vacaciones y un billete de avión. Es raro esto de "no pero sí" tener trabajo y ser chica pero mayor.