viernes, 31 de marzo de 2006

Pepa y Lola

Todos alguna vez hemos sido Pepa o Lola. Pepa y Lola se encuentran, casi siempre, sin querer. Se encuentran en un comentario inesperado, en una chorrada tan graciosa que te hace sonreir por fuera y reir con ganas por dentro; y mientras la risa se disipa y da paso a esa cara de tontusos que nos deja la felicidad fugaz, te sorprendes observando a Lola mientras se marcha, preguntandote quien es y por que no habeis tomado un cafe juntos nunca antes... Con la facilidad de las cosas que no se piensan y con toda la dificultad de las cosas que nos dan mucho miedo, Pepa y Lola acaban quedando para tomar ese cafe que deberian haber compartido hace tiempo, hace agnos. Y no es que a Pepa y a Lola les pase de todo. Es que Pepa y Lola son todo. Y ya puede hacer un frio glacial, que un coche se convierte rapido en un oasis-movil; en una ciudad de lengua imposible, a la noche se le caen todas las letras que le sobran, hasta que todo es simple y se puede entender.
Y saben que terminara, porque Pepa y Lola son listas. Saben que del todo solo quedaran el recuerdo y cachitos del todo que llevar en el bolsillo. Y todo sigue, y el alma crece....
Y Pepa y Lola se cruzaran por un pasillo, se cruzaran una sonrisa, se cruzaran un poco de pudor de hielo a medio romper y, asi de cruzado todo, alguien dira: nos tomamos algo esta noche...?

pensando...

Y parece que los dias son eternos, y que el tiempo no pasa y que la vida no se acaba, que esas cosas no te llegarán a ti, que serás siempre joven y man~ana podrás leer todo el día y pasar la tarde mirando al cielo, contando las matrículas de los coches o escribiendo cuentos para que no los lea nadie.
Y parece que la imaginación no se puede gastar, que la risa siempre llega, que siempre habrá un helado y una plaza y alguien a quien contárselo todo, que siempre tendrás ganas de salir, de hacer, de decir, de acariciar, de cambiar.
Y un día has perdido algo, algo pequen~o, no es la ilusión, no pasa nada, no es ese alguien, no te preocupes, pero lo has perdido. Y ahora parece que tienes que robar siempre tiempo, que ya no puedes leer si quieres salir, que ya no puedes pasear si quieres escribir, que ya no puedes son~ar sin dormir porque piensas en planchar y en facturas y en futuros que no apetece recibir y en la boda de ana, que por qué se casa, la ventana que cierra mal, si podrás salir hoy antes, si serás feliz.

jueves, 30 de marzo de 2006

días

Hay días que comienzan pestosos, hay días en que no termina de amanecer y cuando sales a la calle, con abrigo y capucha, y paraguas, un bofetón de viento te lo quita de las manos y se va corriendo calle abajo. Hay días en que no se baja nadie del tren y te quedas sin sitio, leyendo de pie justo al lado de la puerta del wáter, abierta de par en par y esparciendo las flatulencias de otros. Estos días casi todas las caras están de mala leche y parece que Isidoro ha vuelto a fumar. Pero si tienes suerte y un asiento se queda libre, y miras a la persona que está junto a ti, y se lo ofreces, y es un chico alto, muy delgado, con jerselillo y camisa, gafas de despistado y pelo indomable, quizá tengas un poco de suerte por fin esa man~ana y te sonría y te diga "siéntate tú", o algo parecido que no entiendes. Y seguramente, en el tira y afloja de "no, tú, no, tú" perdido en unos ojos azul profundo que solo se pueden encontrar en este país, la gorda de rojo no se lo pensará dos veces y se sentará.
Es que estos días son así.

miércoles, 29 de marzo de 2006

De pronto

...una charla agradable, un pensamiento que crees sensato, un poco de sol y llevas el abrigo colgando del brazo. Estabas mal, pero ya no. Ya no deambulas, de pronto encuentras el cencerro, de pronto sabes que cada paso te lleva a casa y no a ninguna parte. La felicidad no es ese metro a punto de escaparse que te obliga a correr, a darte mucha prisa. No te das cuenta que la felicidad no puede estar al final de una carrera en un anden sucio? La felicidad no esta delante, ahora esta detras, la sientes detras empujandote hacia cualquier cosa que haya de venir...

martes, 28 de marzo de 2006

lisboa

Cualquier ciudad puede ser, en un momento dado, otra. Incluso se puede decir que todas las ciudades son quizá la misma. Las gaviotas son gorriones sobredesarrollados. El mar, la polución gris y espesa que va y viene con las mareas de los atascos. Las calles empinadas también se resuelven con un ascensor en el que un cartel avisa "max. 4 personas CUIDADO!" Luego están los árboles, que son siempre tan agradecidos en cualquier ciudad e igualmente verdes. Y las escaleras a la caida de la tarde. Cuando se vuelven doradas y se pueden bajar trotando, con una sonrisa y sin aliento. O las esquinas que, a esa hora en la que nadie sabe si es día o noche, pueden doblarse en un beso fresco, un beso inesperado y pudoroso. Puede que la ciudad se vuelva entonces la misma porque los sentimientos son similares y simples.
Madrid puede ser hoy Lisboa, es Lisboa. Oigo los chillidos de las gaviotas, huelo la brisa del mar. Una suerte poder disfrutar de muchas ciudades en una sola......lisboa, no te has olvidado de mi!

Anouk

Anouk se despertó poco antes del amanecer, confusa aún por lo que había son~ado. Se había visto sentada en un espacio pequen~o, con otras personas, sentados ante mesas repletas de papeles, todos muy serios, todos muy callados, todos ban~ados por una luz fría y difusa, todo muy aburrido. El suelo, azul con manchas, cubierto de una especie de pelillo artificial, algunas plantas aquí y allá, secas, muertas, y sin embargo, sorprendentemente reales. Olor a goma de borrar, personas con ropajes estrafalarios y desde luego no muy útiles para correr entre los árboles, un lenguaje extran~o, unas sonrisas distantes.
El día comenzó claro y luminoso, como siempre cientos de seres peludos o plumosos, según cada cual, estaban ya esperándola, ansiosos por jugar. El mar seguía allí, meciéndose incansable, la arena, las palmeras, los pingüinos, y el oso polar, todos habían llegado ya para celebrar el principio de la primavera.