domingo, 9 de septiembre de 2007

Ni Ariel lava tan blanco ni los lobos son tan halitosos...


Pues yo creo que la solución está en interpolar. Ni blanco ni negro, yo voto por lo interpolado. Que te levantas mal, pensando que lo único que te permiten tus fuerzas es pasarte el día metido en una papelera de Dublín, de esas tan monas en las que se lee "litter", pues no, eso no, iterpolas; te pones ya mismo a pensar en esa frase que has escuchado de soslayo, ese "quédate aquí conmigo" al levantarte de la cama, y eso te hace pensar en lo bien que te lo pasaste con él en aquel pueblecito perdido aquél fin de semana, y de oca a oca, te acuerdas del pueblillo donde has pasado los veranos desde que eras chico, y lo fuerte que cantan los grillos algunas noches de olor a vacaciones... Ahora que tienes esta idea en mente y sonrisa de bebé rollizo, ¡interpola!. Ya las papeleras de Dublín no te son tan necesarias para llegar al final del día, ya te pones en marcha.
Pero que interpolar hay que interpolar siempre. Que otro día te levantas con una subida de leche, que piensas que las vida es color de rosa y tu optimismo eufórico indigna hasta a la planta que tienes en el pasillo, pues interpolas. Te acuerdas de que tienes que terminar ese par de cosillas del trabajo y acabar de rellenar el impreso de la declaración de la renta 2006. Ya tienes estas cosas más mundanas en mente, ahora... ¡interpola! Sigues más féliz que una tonta con un ventilador a pilas de la promoción de verano de Vodafone, pero has puesto las puntillas sobre la tierra, no te pasarás el día deshojando margaritas ni imaginando que te llamas Olivia y tu novio Popeye y correis con brazos como de goma ondeando al viento. Porque cuando haces eso, al día siguiente viene la declaración de la renta, disfrazada de Brutus, y te corre por toda la casa, hasta que acabas deseando esconderte en una papelera de Dublín, asomando los ojillos por encima del "litter" a esperar a que alguien te saque.
Que eso, amigos y amigas mias, que hay que interpolar, porque al final Aristóteles tenía más razón que un santo con eso de buscar el "mesostés", que aunque siempre me sonó a rusa con sujetador realzante, viene más a decirnos que podemos elegir, o término medio o montaña rusa, aunque ahora que lo pienso, casi que me quedo con una ensaladilla rusa....

miércoles, 5 de septiembre de 2007

otras veces en cambio...

...tienes un viaje por delante, o te has comprado una novela nueva, estrenas corte de pelo o acabas de conocer a alguien con quien podrías hacer amistad. Otras veces incluso aquí hay luz y parece que el alma se aligera con tonterías como encontrarte un erizo por la noche en el parque, que te miras al espejo y te gusta lo que ves, que no te entiende, pero te calienta los pies debajo de una mantita mientras veis juntos una película de chicas.
Hay veces, muchas veces, en que se te salen las ideas por las orejas porque no te caben más en la cabeza, y quieres aprender a bailar, y cocinar conejo al ajillo, hacer papiroflexia, comprar muebles, salir a correr, mirar al techo...Son días en que no haces esa pequeña pausa cuando suena el despertador para convencerte de que sí, que te pongas en marcha, que hay motivos, porque el motivo está claro, vivir es lo mejor que te puede pasar, abrir los ojos y mirar a un chico rubio con cara de espárrago y gafillas, oír a los pajarracos que se pelean en el jardín por un gusanazo, comerte una galleta del príncipe sin cargo de conciencia, oler un perfume delicioso de Givenchy o acariciar una piel querida.

domingo, 2 de septiembre de 2007

S-O-S N-O-E

Lo llevo diciendo tres años, cuando se acerca el día de coger un vuelo de vuelta a casa le digo a todo el mundo que me voy a descansar, a no hacer nada; a ver a la familia y a los amigos, a dejar pasar las horas frente al mar, y, desde hace un verano, a estar con mi sobrinillo que apenas me conoce. Siempre la misma idea perfecta de descanso perfecto que nunca había ocurrido, hasta este año. Me ha costado tres años, pero finalmente he pasado una semana de vacaciones en la playa, vacaciones de verdad. Vacaciones de despertarse ni muy tarde ni muy temprano, coger el día desde el principio, sin reengancharse tarde con resaca de noche sin recuerdos, ni saltar sobre el demasiado pronto para hacer joggings absurdos que no me apetecen. No más preocuparse de si se está viviendo despacio o depresia, o de si se está sacando todo lo que se puede o no. No. Esta vez ha sido muy distinto.
Además he tenido suerte, mucha suerte de poder pasar la semana con una persona muy especial. Hacia años que los trabajos, los novios, los compromisos o el zodíaco nos hacían jugar al ratón y al gato, para acabar viéndonos un par de días; apresurados y casi sin saber cómo romper el hielo, nos despedíamos pensando que ya llegaría otra ocasión mejor para ponernos al día como Dios manda. Pero este año, desde aquí te lo digo, este año me ha tocado el gordo. ¡Una semana la Noe para mi solito!
Mi amiga Noelia no se puede describir con facilidad. Si tuviese que hacerlo, empezaría por la parte más sencilla: mi amiga Noelia está buenísima. Nadie como ella se puede plantar esos tops de escotes imposibles que la convierten en la reina del mambo allá donde vaya. Que lo mismo los combina con una lencería divina que sólo ella encuentra a precios de escándalo, que va al natural, hala, porque como digo, ella puede porque está tremenda.... Yo me la imagino yendo de tiendas en Madrid, con su coche azul, conduciendo a velocidades ultrasónicas, para ir de un mercaillo cutre donde encontrará unos zapatos perfectos para su mono vaquero, hasta una tienda súper exclusiva donde se comprará un monedero rosa de diámetro brutal y brillo de alta frecuencia...
Esta es la parte fácil de contar, lo complicado viene cuando hablamos de lo que te pasa cuando la Noe está cerca. A mi amiga Noe le pasan las cosas mas divertidamente raras que uno se puede imaginar, y, por extenxión (así, con doble x), cuando estás con ella, te conviertes en parte de esas escenas que parecen salidas de una película dirigida por Tim Burton con guión de Pedro Almodóvar. Digamos que mi amiga Noe es a las situaciones disparatadas lo que una para-rayos a los rayos y centellas de una tormenta de Agosto. Por poner un par de ejemplos, si estás comprando pulseritas o tobilleras en un puesto de playa, cuando te hayas decidido entre tanto coloriche y apliques de conchas, escucharás a tu espalda a una señora súper-estresada gritando: ¡Jorge, saca un pañuelo, ha vomitado, ha vomitado! y al volverte te encontrarás con una madre primeriza sujetado a un bebé a punto de caérsele de los brazos, bañada en vomito mientras Jorge no atina a sacar un pañuelo del cesto. O se te puede acercar el tipo mas normal del mundo en un semáforo para decirte la cosa mas estrambótica posible, como: "tú y yo tenemos conexión, conexión Güini de pú", "¡¡¿¿qué??!!", "si, eso que llevas ahí en el coche es un ambientador de Güini de pú, como el mío, a mi también me encantan los mimitos de Güini...". O te encuentras a una pija loca en pleno ataque de histerismo, y, mientras a nuestra amiga la francesa sólo le preocupa que la chica esté descalza y que alguien debería ponerle sus sandalias de tacón a esa loca que se retuerce con una teta fuera por el suelo (la pobre, es que no es fácil ser loca y digna a la vez), mi amiga Noe tiene que acabar dejándose poner una inyección para que la loca se deje pinchar por el chico del samur, que le acabara contando la historia de su vida después, y le dirá que además de trabajar como enfermero atractivo, también tiene una panadería de pan alemán, que se pase cuando quiera a probar todas las variedades de pan...
No tiene explicación. La Noe es una condensación de latitudes cósmicas, cómicas y cosméticas a la que he tenido la suerte de recuperar este verano y a la que quiero mucho, mucho, mucho, porque la Noe, buscando definiciones mas sencillas, es puro amor, amor pelujo.