domingo, 2 de septiembre de 2007

S-O-S N-O-E

Lo llevo diciendo tres años, cuando se acerca el día de coger un vuelo de vuelta a casa le digo a todo el mundo que me voy a descansar, a no hacer nada; a ver a la familia y a los amigos, a dejar pasar las horas frente al mar, y, desde hace un verano, a estar con mi sobrinillo que apenas me conoce. Siempre la misma idea perfecta de descanso perfecto que nunca había ocurrido, hasta este año. Me ha costado tres años, pero finalmente he pasado una semana de vacaciones en la playa, vacaciones de verdad. Vacaciones de despertarse ni muy tarde ni muy temprano, coger el día desde el principio, sin reengancharse tarde con resaca de noche sin recuerdos, ni saltar sobre el demasiado pronto para hacer joggings absurdos que no me apetecen. No más preocuparse de si se está viviendo despacio o depresia, o de si se está sacando todo lo que se puede o no. No. Esta vez ha sido muy distinto.
Además he tenido suerte, mucha suerte de poder pasar la semana con una persona muy especial. Hacia años que los trabajos, los novios, los compromisos o el zodíaco nos hacían jugar al ratón y al gato, para acabar viéndonos un par de días; apresurados y casi sin saber cómo romper el hielo, nos despedíamos pensando que ya llegaría otra ocasión mejor para ponernos al día como Dios manda. Pero este año, desde aquí te lo digo, este año me ha tocado el gordo. ¡Una semana la Noe para mi solito!
Mi amiga Noelia no se puede describir con facilidad. Si tuviese que hacerlo, empezaría por la parte más sencilla: mi amiga Noelia está buenísima. Nadie como ella se puede plantar esos tops de escotes imposibles que la convierten en la reina del mambo allá donde vaya. Que lo mismo los combina con una lencería divina que sólo ella encuentra a precios de escándalo, que va al natural, hala, porque como digo, ella puede porque está tremenda.... Yo me la imagino yendo de tiendas en Madrid, con su coche azul, conduciendo a velocidades ultrasónicas, para ir de un mercaillo cutre donde encontrará unos zapatos perfectos para su mono vaquero, hasta una tienda súper exclusiva donde se comprará un monedero rosa de diámetro brutal y brillo de alta frecuencia...
Esta es la parte fácil de contar, lo complicado viene cuando hablamos de lo que te pasa cuando la Noe está cerca. A mi amiga Noe le pasan las cosas mas divertidamente raras que uno se puede imaginar, y, por extenxión (así, con doble x), cuando estás con ella, te conviertes en parte de esas escenas que parecen salidas de una película dirigida por Tim Burton con guión de Pedro Almodóvar. Digamos que mi amiga Noe es a las situaciones disparatadas lo que una para-rayos a los rayos y centellas de una tormenta de Agosto. Por poner un par de ejemplos, si estás comprando pulseritas o tobilleras en un puesto de playa, cuando te hayas decidido entre tanto coloriche y apliques de conchas, escucharás a tu espalda a una señora súper-estresada gritando: ¡Jorge, saca un pañuelo, ha vomitado, ha vomitado! y al volverte te encontrarás con una madre primeriza sujetado a un bebé a punto de caérsele de los brazos, bañada en vomito mientras Jorge no atina a sacar un pañuelo del cesto. O se te puede acercar el tipo mas normal del mundo en un semáforo para decirte la cosa mas estrambótica posible, como: "tú y yo tenemos conexión, conexión Güini de pú", "¡¡¿¿qué??!!", "si, eso que llevas ahí en el coche es un ambientador de Güini de pú, como el mío, a mi también me encantan los mimitos de Güini...". O te encuentras a una pija loca en pleno ataque de histerismo, y, mientras a nuestra amiga la francesa sólo le preocupa que la chica esté descalza y que alguien debería ponerle sus sandalias de tacón a esa loca que se retuerce con una teta fuera por el suelo (la pobre, es que no es fácil ser loca y digna a la vez), mi amiga Noe tiene que acabar dejándose poner una inyección para que la loca se deje pinchar por el chico del samur, que le acabara contando la historia de su vida después, y le dirá que además de trabajar como enfermero atractivo, también tiene una panadería de pan alemán, que se pase cuando quiera a probar todas las variedades de pan...
No tiene explicación. La Noe es una condensación de latitudes cósmicas, cómicas y cosméticas a la que he tenido la suerte de recuperar este verano y a la que quiero mucho, mucho, mucho, porque la Noe, buscando definiciones mas sencillas, es puro amor, amor pelujo.

No hay comentarios: