martes, 28 de marzo de 2006

lisboa

Cualquier ciudad puede ser, en un momento dado, otra. Incluso se puede decir que todas las ciudades son quizá la misma. Las gaviotas son gorriones sobredesarrollados. El mar, la polución gris y espesa que va y viene con las mareas de los atascos. Las calles empinadas también se resuelven con un ascensor en el que un cartel avisa "max. 4 personas CUIDADO!" Luego están los árboles, que son siempre tan agradecidos en cualquier ciudad e igualmente verdes. Y las escaleras a la caida de la tarde. Cuando se vuelven doradas y se pueden bajar trotando, con una sonrisa y sin aliento. O las esquinas que, a esa hora en la que nadie sabe si es día o noche, pueden doblarse en un beso fresco, un beso inesperado y pudoroso. Puede que la ciudad se vuelva entonces la misma porque los sentimientos son similares y simples.
Madrid puede ser hoy Lisboa, es Lisboa. Oigo los chillidos de las gaviotas, huelo la brisa del mar. Una suerte poder disfrutar de muchas ciudades en una sola......lisboa, no te has olvidado de mi!

2 comentarios:

sinuitt dijo...

Hoy aqui, al salir del metro, la brisa era como de paseo de playa a la caida de la tarde...

Anónimo dijo...

Cuando uno pasea en medio de una brisa asi, una brisa como de albaricoque, casi puede oler la sal y el aftersun.