jueves, 31 de diciembre de 2009

tic-tac

Se ha disipado. Hoy he venido a trabajar en un sueño. Hoy he soñado. He vuelto a traer de algún lugar de la memoria recuerdos de sentimientos tan intensos que pisan con fuerza mi alma como elefantes a la carrera en un desván abandonado. En el tren no era capaz de situarme en el tiempo, ¿cuánto tiempo ha pasado?, ¿fue ayer aquella tarde de final de vacaciones, comiéndonos un magnum juntos, intentando estirar aquella felicidad de un verano completo junto al mar? Tuvo que ser hace poco, es tan vivo el recuerdo que no puede venir surcando más de diez años de memoria. Pero yo ahora trabajo, por eso estoy en un tren en un país que no es el mío, luego no puedo tener dieciocho. La lógica me asiste, y el sueño comienza a disiparse. Vomitar algo en el Blog seguro que me ayuda a recomponerme antes del almuerzo con mis padres.

Y así ocurre, con la suerte para nuestros siete lectores de que una combinación muy desafortunada en el teclado se ha llevado mar adentro una oda a lo que pudo ser y no existió tan siquiera.

Una tarde de Septiembre, en mi ciudad, en mi barrio, en mi vida que por aquel entonces era más mía de lo que lo ha vuelto a ser jamás, apreté un botón rojo del que nadie sabía nada. Desde entonces vivo escuchando ese tic-tac cuyo desenlace es desconocido, pero que no cesa, amenazando con hacer explotar mi corazón en mil pedazos de rubí enamorado, o con abrir la caja sorpresa que oculta la felicidad de aquel verano junto al mar en que me enamoré o, terror me produce la simple posibilidad, con perpetuarse y hacerse fuerte en noches de sueños como la de hoy. Ad infinitum.

3 comentarios:

KLEIN-A dijo...

Deberías ser escritora.
pp

sinuitt dijo...

La historia se traga a los cobardes y la vida abraza a los valientes. El desenlace no es importante, lo importante eres tú.

flor de lis dijo...

¡Ánimo! los problemas de identidad son de juventud. ¡¡Lástima que todo se acabe!! Llega un momento en la vida en que te aceptas sin problemas y sabes quién eres, y sobre todo, sabes quién no vas a ser nunca. Y, por encima de todo, te cercioras que lo único nos sirve como sres humanos es el Amor.