martes, 1 de noviembre de 2016

Siempre noviembre

Noviembre siempre entra con mal pie, no tiene otro remedio el pobre, pero aún sabiéndolo, yo lo sigo esperando con un poco de rencor. Me parece que la tiene tomada conmigo, que me apaga la luz a mi personalmente, que me llena el patio de niebla a mi sola, que me sopla exclusivamente a mi por el cuello del abrigo para llevarme temblando desde la puerta de casa hasta el buzón de la esquina. 
Noviembre, noviembre, como si fuera él quien me tiene manía a mi, como si fuera él quien se hace el loco, por no verme, por no pensarme, como si yo no fuera. Y luego llega el quince, y llamo a casa. Y me encuentro silencio, un rato. Luego una pregunta cariñosa, qué tal tú, bien, bien, ya bien. Y no es verdad.

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