jueves, 18 de septiembre de 2008

los principios

Una amiga muy amiga tiene cuitas de amores, o más que de amores de principios. Y no me refiero a principios morales, que yo soy mucho de moral individualista, se crean menos problemas de esta manera, me parece a mí. Lo que a ella le traen a maltraer son los principios de las cosas del querer, esos días maravillosos, en casos afortunados semanas y en extremos meses, en los que no se piensa en otra cosa que en agradar al ser recién amado, en inventar situaciones propicias, en esperar llamadas, en recoger sonrisas y repartirlas por doquier, en disfrutar, en fin, de esa amalgama de mariposas que le llenan a uno el estómago y provocan una sensación entre placentera o volátil y casi mareante.
Y es que ella es prácticamente una yonqui de los principios, ama y es feliz en la cotidianeidad, en el vivir juntos, en los desayunos de dos, no hay duda de esto, pero no puede resistirse a las promesas de un olor nuevo y excitante, a ese nopuedoestarsintí que sólo se dice cuando aún no se sabe que sí, sí que puedes estar sin ella, a la aventura, al no saber de los primeros besos.
La entiendo aunque no se lo digo mucho, porque no le hace ningún bien, esos días son irreemplazables, y no vuelven, y son un casi sentirse otra vez adolescente y tener quince años más por delante. Son también libres de responsabilidades, porque nadie ha prometido nada, porque aún está todo en juego, todo por decidir. Son misteriosos, cuando aún no sabes bien quién te toma de la cintura ni qué pensará antes de que abra la boca.
En esta línea estaría bien una conclusión, pero realmente, si fuera todo tan sencillo, si en la vida hubiera siempre una respuesta correcta, no habría tantos poemas de amor...

4 comentarios:

Klingsor dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Klingsor dijo...

Siempre me fascinan tus noconclusiones, porque (no sé si sin darte cuenta) en ellas te muestras más tú que nunca: sabia, ingeniosa y todo corazón.

Una cosa añadiría a tu descripción de los principios. Así como dices que son pródigos en mariposas y algodón de feria, en misterios que nos tienen todo el día semi levitando, son también un regalo para aquellos que amamos contando historias y leyendas. Un principio te coloca frente a un desconocido al que le puedes volver a contar todo y desde el principio. Un nuevo público que se muere de ganas por ver el siguiente acto. La trama ya no sujeta a guiones, la improvisación a tu disposción. Los aplausos suenan atronadores de nuevo.
Pero, (y ahora me muestro yo en mi siconclusión), ¿y luego qué?

Tatus dijo...

Cuánta verdad condensada en un post :).. cada momento y cada etapa tienen su magia, creo yo.. pasa también con los amigos.. al principio es un hablar a borbotones, conocerse completamente.. a mi me encanta tener alguna amistad con la que apenas hace falta hablar... te ves y sabes todo lo que pasa, si está bien, etc.. y eso te lo da el tiempo..

GALINSOGA dijo...

Qué sabia eres, pese a lo niña...