sábado, 6 de septiembre de 2008

Sábados

Hoy en el desayuno apenas entraba luz al salón y eso que casi era meidodía. He intentado repetir el desayuno que hacemos juntos cada sábado sin darme cuenta de que no podía salir bien, sin saber qué es lo que realemente hago cada sábado; ahora empiezo a tener una idea. No importa quién de los dos se ponga el primer pantalón que encuentre y salga despeinado a comprar a la panadería. Tampoco es muy relevante quién cargue torpemente la cafetera, la ponga al fuego y mire por la ventana de la cocina, intentando desperezar las ideas que aun siguen en parte descansando sobre la almohada. El suelo frio bajo los pies descalzos, el día que empiza con luz o sin ella, como hoy era el caso. Pero no estoy solo, comparto en silencio los ruidos de cubiertos golpeando vasos y platos, frases sencillas; hablamos, hablamos y no estoy solo.
Eso es lo que hago cada sábado, no tener que echar de menos, porque echar de menos es una forma gris y sin luz de comenzar el día, o quizá es que la luz está en su mirada, siempre en su mirada....

2 comentarios:

sinuitt dijo...

Me cuesta añadir cosas a entradas como esta, tú pensarás que me parece basuraza pura y por eso no hay nada que decir, claro. Pero es más bien una especie de pudor por la ternura que me rellena los huecos, de alegría de esa que sólo se siente por quien de veras se quiere y al final me parece tonto decirte aquí algo que resultará demasiado ñoño cuando puedo abrazarte en la estación.

Anónimo dijo...

pues como yo no puedo abrazaros en la estación, y aunque esto llegue tarde porque he estado... (cómo explicarlo?, bueno, vosotros lo sabéis)... pues eso, que yo sí me voy a permitir decir algo ñoño... no se me ocurre plan mejor para un sábado, y eso es algo que ni el mejor de los comienzos podrá lograr... gracias por recordármelo de vez en cuando!!